Según un reporte de Bloomberg, Samsung ha introducido el Galaxy Z TriFold como su apuesta más ambiciosa en el segmento de dispositivos plegables con un precio de 2.500 dólares. Este lanzamiento marca un punto de inflexión donde la complejidad técnica busca justificar un costo que duplica al de los smartphones de alta gama convencionales.
Vlad Savov
Desafíos de ingeniería y ergonomía en el hardware premium
La estructura del dispositivo presenta una construcción robusta sin espacios entre sus tres secciones, logrando un grosor de panel individual de apenas 4 milímetros. No obstante, esta delgadez se ve comprometida por un módulo de cámara prominente que desequilibra el peso total y afecta la ergonomía durante el uso prolongado.
El interior alberga una pantalla de 10 pulgadas propensa a reflejos y marcada por dos pliegues visibles que impactan la interacción táctil continua del usuario. Estos compromisos de diseño resultan críticos en un nicho de mercado que exige niveles de pulido superiores a los mostrados en esta versión experimental.
Roberto Mera Velásquez
Rendimiento operativo y limitaciones del ecosistema de software
En términos de autonomía, la batería de 5.600 mAh resulta insuficiente para sostener las demandas de un panel de grandes dimensiones y funciones multitarea intensas. Mientras otros fabricantes asiáticos integran capacidades de carga y almacenamiento energético muy superiores, Samsung prioriza la portabilidad sobre la funcionalidad de largo aliento.
El software permite gestionar hasta cuatro espacios de trabajo mediante el sistema DeX, facilitando la ejecución simultánea de diversas aplicaciones en un entorno móvil. Sin embargo, la falta de optimización en herramientas globales y la limitada fluidez entre pantallas sugieren un producto que aún requiere maduración técnica para el entorno corporativo.
