El reciente ciberataque que paralizó los sistemas de facturación, check-in y embarque en aeropuertos europeos, entre ellos Londres Heathrow y Berlín-Brandenburgo, es una advertencia para Chile.
El incidente, originado por un ataque de ransomware a un proveedor externo, obligó al personal a operar manualmente varios terminales, provocando demoras y cancelaciones que afectaron a miles de pasajeros. En pocas palabras, bastó un fallo en un eslabón crítico para que toda la operación de un aeropuerto colapse.
En nuestro país los riesgos son significativos. Muchos de los sistemas que permiten operar un portal aéreo, como el check-in, la gestión de equipaje, las aduanas o el control de accesos, no son desarrollados por los propios terminales, sino que por empresas externas. Esa dependencia puede transformarse en una debilidad, ya que, si un proveedor falla o es atacado, toda la operación del aeropuerto puede verse interrumpida.

A esto se suma que la mayoría de estas instalaciones no cuenta con planes de respaldo que les permitan seguir funcionando de manera fluida si los sistemas digitales se caen. En otras palabras, no existe una preparación suficiente para volver a operar de forma manual sin generar caos. Y todo esto ocurre en un contexto preocupante, si consideramos que sólo en 2024 se registraron más de 27.600 millones de intentos de ciberataques en el país, según FortiGuard Labs, lo que refleja que la amenaza es real y creciente.
Por tanto, la prevención es urgente. Chile necesita auditar proveedores tecnológicos, establecer protocolos que permitan operar offline en caso de emergencia, invertir en seguridad digital con segmentación de redes, respaldos confiables y monitoreo continuo, y reforzar la regulación nacional para exigir estándares mínimos de ciberresiliencia.

La capacitación constante del personal, partiendo de técnicos hasta quienes interactúan con los pasajeros, es clave para reducir riesgos. También la coordinación entre Estado, aerolíneas, concesionarios y organismos internacionales es imprescindible para anticiparse a amenazas que no respetan fronteras.
Lo ocurrido en Europa demuestra que no se puede subestimar la vulnerabilidad de la infraestructura crítica. La pregunta no es si un ciberataque llegará a Chile, sino cuándo, y la diferencia entre el caos y la continuidad, a través de la resiliencia digital, dependerá de las decisiones que tomemos hoy.
