Por Luis Alcayaga, gerente comercial regional de Flow
Comprar un producto falsificado no solo representa una pérdida de calidad para el consumidor. Es también una transgresión ética y, en muchos casos, una infracción legal. Las falsificaciones suelen estar asociadas a malas condiciones laborales, producción contaminante y redes de distribución informales. Lo barato, muchas veces, cuesta más de lo que parece.

Desde el punto de vista de las marcas, el daño es profundo. La piratería digital y física erosiona la confianza en el mercado, debilita la identidad de marca, y crea una competencia desleal que afecta directamente a quienes invierten en innovación, diseño y cumplimiento normativo. Para las pymes que venden en marketplaces, un producto falsificado similar puede significar la pérdida de reputación y ventas en un abrir y cerrar de clic.
Como plataforma de pagos, en Flow estamos convencidos de que el ecosistema digital debe evolucionar hacia un comercio más seguro, ético y transparente. Las tecnologías están disponibles: soluciones basadas en blockchain permiten verificar el origen y trazabilidad de un producto desde el fabricante hasta el comprador. Algunas plataformas ya integran códigos QR únicos, sellos digitales o sistemas de reputación que ayudan a identificar vendedores confiables.

Pero la tecnología por sí sola no basta. Necesitamos que marketplaces, marcas, medios de pago y usuarios trabajen coordinadamente. Las plataformas deben reforzar sus filtros para vendedores y productos; los usuarios, informarse y reportar irregularidades; y nosotros, como intermediarios de pago, debemos ofrecer canales que ayuden a detectar patrones de fraude, proteger transacciones y facilitar la devolución de productos falsificados.
La educación también es clave. Comprar productos originales no es solo una cuestión de gusto o estatus, es un acto de responsabilidad. Es apostar por la calidad, por el trabajo legítimo, por el respeto a la propiedad intelectual. Es entender que detrás de cada compra hay una cadena de valor que merece ser respetada.
En esta batalla digital, todos tenemos un rol. Apostar por la autenticidad no solo protege a las marcas y a los compradores; resguarda también el futuro del comercio electrónico que queremos construir: transparente, confiable y justo para todos.