La reciente Cuenta Pública del Gobierno de Chile trajo consigo anuncios importantes en materia de innovación, entre ellos la inversión de USD $14 millones en programas de Supercómputo e Inteligencia Artificial.
Sin embargo, especialistas advierten que este esfuerzo, si bien es valorable, no alcanza para reducir la amplia brecha que separa al país de los líderes tecnológicos a nivel mundial.
Mathilde Cordier-Hüni, fundadora de ADA For Solutions y socia de Kabeli, señala:
“Se trata de anuncios relevantes. Pero ya estamos a mediados de 2025 y lamentablemente la brecha persiste, porque el Estado es solo un actor más dentro del ecosistema tecnológico en cuanto a inversiones. También hay que considerar datos macro, como que Chile inyecta cerca del 0,39% del PIB a I+D, muy por debajo del promedio de la OCDE, que alcanza un 2,72%. En definitiva, al país todavía le faltan USD $8.000 de inversión tanto pública como privada, para ser realmente competitivo”.
A juicio de la especialista, Chile aún no da el salto desde la prestación de servicios basados en plataformas extranjeras hacia una verdadera innovación que cree valor propio. Esto, dice, requiere un cambio de mentalidad y condiciones que incentiven el riesgo.
“Salvo excepciones, es común que el sector tecnológico y de emprendimiento en Chile apunte a la prestación de servicios basados en plataformas existentes, y replicando modelos ya probados en otros lugares del mundo. Falta dar el salto hacia una verdadera innovación, lo que muchas veces implica tomar riesgos mayores. Es en ese punto en que el Estado juega un rol muy importante, que es generar las condiciones que facilitan a los emprendedores a tomar esos riesgos”, agrega Cordier-Hüni.
“No solo se trata de destinar grandes fondos para fomentar la inversión y financiar iniciativas. El papel del Estado en Chile también debe ser protagónico en cuanto a regulaciones claras que generen estabilidad, incentivos a nivel universitario y ser un verdadero articulador de alianzas estratégicas con otras regiones del mundo”, complementa.
Al analizar las perspectivas para el año en curso, la ejecutiva es crítica. A pesar del auge global en IA, considera que Chile sigue rezagado incluso frente a otros países de la región.
Un ejemplo de esta brecha es la escala salarial. Mientras un ingeniero senior en Python en Chile gana cerca de USD $50.000 anuales, en México su salario se incrementa en un 50%, y en Dubái llega a ser más del doble. Un especialista en IA Generativa en Chile puede obtener desde USD $60.000 anuales, versus USD $80.000 en Brasil o USD $150.000 en Estados Unidos.
“Es fundamental pensar fuera de la caja y comenzar a operar en equipo entre el Estado y los privados, de forma de convertir al país en un verdadero Hub de innovación que agrega valor, marque la pauta de las nuevas tendencias y obligue al resto a replicar lo que se crea en este país, y no al revés”, concluye Mathilde Cordier-Hüni.
El desafío queda planteado: Chile necesita más que anuncios, requiere acciones contundentes, inversión estratégica y un ecosistema que permita asumir riesgos reales para liderar en innovación tecnológica.