Por Óscar Delgado, Director de Ventas para América Latina en Myriota
En muchas regiones de Latinoamérica, incluidas zonas de Chile, la producción agrícola se enfrenta a un enemigo silencioso: la desconexión. Zonas sin cobertura celular, clima impredecible y acceso limitado al agua dificultan la toma de decisiones en el campo. Un error en el riego o en el momento de siembra puede traducirse en miles de hectáreas perdidas. Frente a este escenario, tecnologías como la conectividad satelital de bajo costo de Myriota están ayudando a agricultores a tomar decisiones informadas, incluso en los lugares más remotos.
Información directa desde el suelo
Las redes de sensores autónomos con conectividad satelital directa desde el terreno están transformando la agricultura en una actividad más precisa y resiliente. Estos dispositivos miden de forma periódica variables clave como la humedad del suelo, la temperatura y la salinidad, enviando los datos sin necesidad de infraestructura terrestre. Funcionan durante años con simples pilas AA, sin requerir mantenimiento ni intervención humana.

Lo que realmente marca la diferencia es cómo se transmite esta información. En lugar de depender de torres de telefonía celular o del acceso a Internet, los datos recopilados por los sensores se envían directamente vía satélite. Esto es posible gracias a soluciones que operan con satélites de órbita terrestre baja (LEO).
Más control sobre el suelo, el agua y el clima
En la práctica, esto significa que los productores pueden monitorear de forma remota el comportamiento del suelo y el clima local. Pueden rastrear, por ejemplo, si el suelo está demasiado seco y es hora de regar, o si la temperatura es lo suficientemente alta como para afectar el desarrollo de los cultivos. Con esta información precisa, el uso del agua se vuelve más racional, evitando el desperdicio y reduciendo los costos, algo esencial en estas regiones.
Además, tener acceso a datos confiables y precisos ayuda a los agricultores y a las empresas a elegir los cultivos más adecuados para las condiciones locales, planificar el manejo del suelo para su recuperación y anticipar riesgos climáticos como sequías o calor extremo. Todo ello contribuye a aumentar la productividad y la sostenibilidad, especialmente para los pequeños agricultores que hasta ahora tenían un acceso limitado a dicha información.
Esta tecnología ofrece una solución sencilla y accesible sin necesidad de infraestructuras complejas, lo que la hace viable para los agricultores familiares, las cooperativas y los proyectos de agricultura regenerativa. Así, el conocimiento y el control vuelven a manos de quienes realmente hacen productiva la tierra.

También permite tomar decisiones más inteligentes a partir de datos precisos, optimizando el uso de insumos clave como el agua y el suelo. Esta eficiencia operativa se traduce en ahorros concretos, mayor previsibilidad y mejores márgenes para las empresas del sector. Además, se podrían reemplazar visitas periódicas al campo, que implican costos logísticos elevados, por monitoreo remoto, lo que representa una ventaja competitiva clave.
En regiones donde todo es más difícil, el clima, los recursos y el acceso, disponer de este tipo de información marca una gran diferencia. Ayuda a preservar lo que existe, evita el desperdicio y las pérdidas económicas, y fortalece a las comunidades rurales para que sigan esforzándose en su trabajo.