Chile es uno de los países más avanzados en digitalización financiera en la región. Según el Informe de Sistemas de Pago (ISiP) del Banco Central, existen más de 47 millones de tarjetas activas en circulación, lo que equivale a dos por habitante. Aun así, muchas pymes siguen operando con efectivo o transferencias, debido a costos ocultos, barreras técnicas o falta de soluciones adecuadas.

La tendencia global —y cada vez más local— es clara: POS móviles, todo-en-uno y sin fricción. Dispositivos que, además de procesar pagos contactless o por QR, permiten emitir boletas electrónicas, manejar inventario y conectarse con softwares contables. Menos dispositivos, más funcionalidades.
En los próximos años, veremos una expansión de estas soluciones, no solo en el comercio formal, sino también en ferias, redes sociales, domicilios y plataformas digitales. La obligatoriedad de la entrega de boleta electrónica acelerará aún más esta transición hacia herramientas más integradas y accesibles.

Para las pequeñas empresas, esta transformación representa una oportunidad única. Incorporar un POS moderno no sólo formaliza el negocio: mejora la trazabilidad, optimiza la operación y permite competir en igualdad de condiciones con actores más grandes. Ya no se trata de tecnología para unos pocos, sino de soluciones accesibles para todos.
El POS del futuro no será solo una máquina para cobrar. Será el corazón digital del negocio, una herramienta que permite vender, gestionar y crecer. Y quienes entiendan esto a tiempo, tendrán una ventaja clave en el nuevo escenario del comercio.
