Hoy tenemos desafíos complejos que están siendo abordados, pero que requieren de especial conocimiento y experiencia en la industria de la ciberseguridad. Y es justamente esta especialización la que nos impone el primer asunto que resolver a nivel país: el déficit de profesionales.
En Chile, hay estudios que indican que faltan más de 28 mil expertos, cifra que además va en aumento y sigue la tendencia mundial. Se registra, actualmente, una escasez de 4 millones de especialistas, donde solo 1 millón 300 mil corresponde a Latinoamérica.
En primer lugar, el reto a nivel gubernamental es la imperiosa necesidad de poner en ejecución las materias legislativas que resguarden aún más el ciberespacio, incluyendo en este ítem la asignación de presupuestos más altos a los que se asignan. Pero más importante aún es urgente superar la falta de conciencia por parte del mundo empresarial respecto de la inversión en ciberseguridad. Sigue siendo incomparable el impacto operacional y económico de una correcta inversión en ciberseguridad versus la catástrofe que significa el ser una víctima consumada de los ciberdelincuentes.

En el actual escenario local e internacional, es clave informarse y entender que la ciberseguridad no es una temática para eminencias de la industria tecnológica, sino que es un proceso real, que llegó para quedarse, que está y que se debe conocer, entender y enfocar correcta y oportunamente.
Se habla y discute de malwares, phishing, seguridad perimetral, seguridad en la nube, ransomware, EDR, XDR y de una larga lista de conceptos técnicos. Lo primero, sin embargo, que se debe lograr es la concientización de cada uno de nosotros, a informarse por los diversos medios de lo que está ocurriendo en el ciberespacio y de cuánto y cómo eso nos afecta. Es fundamental, tomar conciencia de las técnicas que están usando los ciberdelincuentes, de los impactos negativos generados a las víctimas y estar atentos a los consejos que el ecosistema entrega como advertencia.

El ciberespacio es el mundo real y debemos estar en alerta para no caer en trampas de suplantación de identidad que realizan los criminales cibernéticos. Jamás compartir las credenciales que usamos en el ciberespacio y reconocer que ser víctima de un ciberdelito no es comparativamente menor que entregar a delincuentes las llaves de la casa, del auto o incluso de la caja fuerte donde se guardan objetos de mucho valor.
Finalizo con un mensaje positivo y cargado de esperanza, transmitiendo que, a pesar de los desafíos actuales, las empresas, organizaciones e incluso los gobiernos de muchos países, incluyendo a naciones de Latinoamérica, son conscientes y destinan cada vez más recursos y capacidades para combatir el cibercrimen.

El llamado, con todo, es a no decaer en estos esfuerzos, mantener siempre el sentido de precaución en el ciberespacio y, así como los ciberdelincuentes evolucionan, también lo estamos haciendo nosotros.