Por Daniela Haro, Bióloga marina y Doctora en Ciencias, Universidad Santo Tomás.
Las primeras universidades en Europa fueron creadas entre los siglos IX y XI, sin embargo, hubo que esperar 1.000 años para que se permitiera el ingreso de las mujeres a dichas instituciones. Debido a esto, entre otras razones, el área de las ciencias y la tecnología ha sido históricamente liderada por hombres. En la actualidad, aproximadamente el 30% de los investigadores a nivel mundial son mujeres, por tanto, es fundamental incentivar su participación en el área del conocimiento STEM. Sin embargo, hoy en día, además de posicionar a la mujer en este ámbito, es igual de importante empezar a humanizar el trabajo científico.
A lo largo de la historia, las mujeres nos hemos tenido que masculinizar para acceder a cargos de poder, para ingresar a trabajos considerados solo para hombres, para ser “competitivas” y estar a la altura de nuestros colegas. Junto con esto, hemos dejado de lado nuestras emociones, el uso de nuestra lógica e intuición, hemos escondido nuestros quehaceres como madres, entre otros aspectos relacionados con el género femenino. Aún existe miedo a fallar y a ser poco productivas, comparándonos constantemente a nuestros colegas hombres.
No hay duda de que la igualdad de género es un derecho y una necesidad para nuestra sociedad. Nuestros desafíos son potenciar las habilidades y destacar el aporte que las mujeres están realizando en las ciencias, así como derribar estereotipos y prejuicios existentes, ya que aún se nos vincula con tareas domésticas o con actividades que no requieren grandes capacidades intelectuales. Así como la ciencia y la tecnología avanza a pasos agigantados, es de esperar que en las próximas décadas dejen de existir brechas de género, las mujeres recuperemos la posición que nos corresponde y tengamos una sociedad con científicas y científicos más humanizados.