Por Gabriel Gurovich, Chief Evangelist Officer, KLog.co.
La relocalización productiva, o nearshoring, dejó de ser una hipótesis. En 2023 México superó por primera vez a China como principal socio comercial de Estados Unidos (15,8% versus 11,3%), y desde entonces las aduanas norteamericanas gestionan flujos que viajan pocos días, no semanas. ¿Por qué ocurre y —sobre todo— para qué sirve?

¿Por qué ahora?
Tres fuerzas convergen:
- Riesgo geopolítico: la guerra arancelaria Estados Unidos / China encareció depender de un único país lejano.
- Lecciones de la pandemia: fábricas paralizadas y congestión portuaria demostraron el costo de cadenas demasiado largas.
- Nueva economía de costos: salarios asiáticos al alza y tratados como el T-MEC reducen la brecha con América Latina.
¿Qué apuestan las empresas?
La meta no es producir más barato, sino producir más resiliente. Una planta a 3-8 días de su mercado recorta inventarios, responde rápido a la demanda y mitiga shocks. Cálculos de KLog.co muestran que trasladar el 15% del “Made in China” a México, Perú o Chile libera hasta USD 3 millones de capital inmovilizado por cada 1000 TEU y reduce 20% de CO₂ por contenedor al acortar millas marítimas. Esa doble ganancia —financiera y climática— pesa cada vez más en la decisión de compra.

El efecto dominó en la logística
Producir más cerca redistribuye rutas y exige infraestructura moderna. Los puertos del Pacífico mexicano, los corredores bioceánicos del Cono Sur y los ramales ferroviarios centroamericanos ya sienten la presión. Sin sincronía regional, la ventaja de proximidad puede diluirse en filas de camiones y terminales saturadas.
Aquí entra el concepto de Logtech o logística digital. Plataformas en la nube con IA unifican seguimiento, tarifas y documentos, entregando visibilidad en tiempo real. Con datos compartidos, los actores ajustan itinerarios antes de que los retrasos se materialicen y gestionan carbono y costos como variables operativas, no como balances anuales. En KLog.co hemos digitalizado +1.000.000 contenedores; hoy la mitad de los incidentes operativos se resuelve antes de que el buque atraque, gracias a alertas predictivas.

El imperativo para la región
Latinoamérica posee la geografía y los tratados, pero carece de un plan coordinado. Si en los próximos 18 meses no despejamos cuellos de botella —permisología portuaria, homologación aduanera, energía limpia—, las órdenes de compra se desviarán a territorios que sí lo hicieron. Nearshoring no compite contra Asia en salarios: compite en confiabilidad, trazabilidad y velocidad.
Gobiernos, navieras y operadores logísticos deben fijar metas comunes: cruces frontera-fábrica ⩽ 72 h, cobertura 5G en recintos portuarios y ventanillas únicas realmente integradas, entre otros. Con estos estándares, la región convertirá el discurso en contratos firmados y empleos de alto valor.
El pulso Estados Unidos / China abrió una ventana que puede cerrarse tan rápido como cambian los aranceles. Quien actúe ahora cosechará décadas de inversión y sofisticación industrial; quien dude quedará atado a ciclos de materia prima. Nearshoring no es moda: es la nueva métrica de competitividad.