Cada 30 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Seguridad Informática, una fecha que invita a reflexionar sobre el nivel de preparación de países y organizaciones en un context
o donde la confianza digital se ha vuelto un activo estratégico.

En nuestro país, esa reflexión es urgente: más que un asunto técnico, la ciberseguridad es un componente esencial de la estabilidad económica, la competitividad y la soberanía digital.
La gravedad del asunto es que los ciberataques, que se multiplican en escala y sofisticación, afectan hoy a empresas de todos los tamaños, servicios públicos y ciudadanos. El problema está en que su impacto no se mide solo en pérdidas financieras, sino también en la erosión de la confianza, la interrupción de servicios esenciales y el debilitamiento del ecosistema digital.

Un punto importante es que la confianza digital es el motor que permite que la inversión, la innovación y el comercio fluyan sin fricciones, sobre todo si consideramos que la economía actual está cada vez más interconectada. Por eso, fortalecer las capacidades nacionales en ciberseguridad es una tarea de Estado.
Chile cuenta con una nueva Ley Marco de Ciberseguridad que representa un avance significativo, pero su implementación requerirá coordinación, recursos y visión de largo plazo. La creación de la Agencia Nacional de Ciberseguridad será clave para consolidar estándares, proteger infraestructuras críticas y fomentar la colaboración público-privada.

Es clave resaltar que la seguridad digital no puede abordarse de manera reactiva. Es una inversión que impulsa la productividad, competitividad y confianza. La economía del futuro se construirá sobre datos, conectividad y resiliencia; y solo los países que aseguren esos cimientos podrán sostener su crecimiento.
Este 30 de noviembre, el llamado es claro: tenemos que hacer de la ciberseguridad una prioridad nacional, transversal y permanente, porque el desarrollo económico del Chile digital solo será posible si está sustentado en la confianza.




