Durante los últimos años, en DataQu hemos impulsado con decisión un proceso de internacionalización. Esa ruta nos ha llevado a establecer operaciones y sumar clientes en España, donde recientemente fuimos seleccionados por Lanzadera, la aceleradora más importante de ese país y una de las más reconocidas de Europa.

Esa experiencia ha reafirmado algo que a veces olvidamos desde Chile: somos muy competitivos y estamos en un excelente pie. Nuestras soluciones —diseñadas, desarrolladas y operadas desde Chile— han sido adoptadas por empresas que valoran su robustez, precisión y capacidad de adaptación. Lo que hacemos funciona, resuelve problemas reales y está construido con un nivel técnico comparable al de los centros de desarrollo más avanzados del mundo.
En Chile tenemos talento. Mucho. Contamos con profesionales altamente calificados, creativos, resilientes y con un compromiso admirable por sacar adelante productos de nivel global. Tenemos instituciones que forman con excelencia y un ecosistema de innovación y emprendimiento que —aunque muchas veces no lo visibilizamos lo suficiente— es uno de los más activos de América Latina.

Pero también es cierto que tenemos desafíos importantes por delante. Si queremos consolidar a Chile como un hub tecnológico reconocido internacionalmente, debemos avanzar en tres frentes prioritarios:
- Formación y actualización constante: la velocidad con que evoluciona la IA exige que nuestros profesionales puedan acceder a formación continua y especializada.
- Apoyo estatal sostenido: necesitamos políticas públicas que impulsen la capacitación en tecnologías emergentes y respalden con decisión la internacionalización de nuestras soluciones.

- Dominio del inglés: para exportar tecnología y conocimiento, debemos comunicarnos en el idioma en que se desarrolla y comparte ese conocimiento. Mejorar el nivel de inglés es un desafío urgente, del cual todo debemos hacernos partícipes.
Chile puede ser un protagonista en esta nueva era tecnológica. Ya lo está siendo, aunque muchas veces no lo reconozcamos del todo. Lo importante es que sigamos empujando juntos: empresas, Estado, academia y talento. Porque sí, desde Chile también se crea tecnología de clase mundial. Y lo mejor es que recién estamos comenzando.
