Sea bueno o malo, según cada perspectiva, la jornada laboral de 40 horas va a reducir el tiempo disponible de trabajo que tiene cada persona. Eso es un hecho y eso va a suceder.

En este escenario, las empresas hoy en Chile tienen que saber responder si lo harán ahora o dentro de los próximos 3 años, según indica la ley. Lo cierto es que muchas organizaciones están aplicando la gradualidad, asumiendo que minimizan un impacto negativo en sus indicadores de productividad y así pueden descubrir cómo ir adaptándose a esa nueva realidad laboral.
¿Es la forma correcta? Sin duda es un camino para cumplir con la norma, pero para innovar y encontrar espacios de mejora no. Las empresas están viendo la flexibilidad que implican estas 40 horas como un enemigo, en pánico de las posibilidades inciertas que generará este cambio, en vez de considerar esta modificación como una oportunidad de innovar y fortalecer las condiciones laborales de sus trabajadores.

Porque pretender desempeñarse de la misma forma con 5 horas menos cada semana es un error de muchas compañías de no aprovechar la oportunidad, no solo de sobrellevar este cambio legislativo con éxito, sino que también de encontrar nuevas alternativas para fortalecer la operación, aumentar la productividad laboral y, en el proceso, mejorar la calidad de vida de sus equipos humanos.
Las jornadas 4x3, o las 40 horas semanales en promedio, son herramientas que podrían ajustarse mejor a la forma en la que se trabaja hoy, distribuyendo la carga laboral de los equipos en los momentos donde genuinamente son necesarios, permitiendo no perder ventas ni clientes, o disminuir los indicadores de productividad que tanto atemorizan.

Con todo, aquellas empresas que no están considerando esta flexibilidad que posibilitan estas 40 horas y se limitan únicamente a la simple reducción horaria, están perdiendo oportunidades, rentabilidad y bienestar.