En un contexto de creciente regulación digital y expansión del uso de inteligencia artificial en el ecosistema emprendedor chileno, desde nuestro estudio de abogados ponemos a disposición de startups, incubadoras, inversionistas y empresas tecnológicas un decálogo práctico con los principales riesgos legales que deben considerar al operar en entornos digitales y automatizados.

La unidad, especializada en protección de datos personales, ciberseguridad, cumplimiento normativo e inteligencia artificial aplicada, opera bajo un enfoque preventivo, estratégico y con pleno entendimiento de los procesos técnicos y culturales propios de las organizaciones tecnológicas.
- La IA no es magia, es responsabilidad legal: Toda herramienta basada en IA debe cumplir estándares de explicabilidad y trazabilidad. Los algoritmos no pueden ser cajas negras: si no puedes explicar cómo funciona, estás en zona de riesgo legal.
- La transparencia ya no es opcional: Cuando entre en vigencia la modificación a Ley de Protección de Datos en Chile (diciembre 2026), toda startup que recopile y procese datos personales deberá informar de forma clara cómo utiliza la información.

- Lo que no se explica, se sanciona: El Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) en Europa y la próxima legislación chilena permiten sancionar a empresas que no expliquen la lógica de sus decisiones automatizadas. Las multas pueden superar las 20.000 UTM o el 4% de ingresos globales.
- La discriminación algorítmica también es ilegal: Si tu IA excluye por edad, género o etnias, esos sesgos en los datos de entrenamiento, podrían genersar demandas o recursos por discriminación. En la Unión Europea y Estados Unidos ya existen precedentes judiciales.

- Ciberseguridad no es parcheo, es estrategia: Las startups son blancos fáciles para ataques y es recomendable demostrar planes de acción ante incidentes, protocolos de reporte y respaldo legal. La Ley Marco de Ciberseguridad, en caso de ser un servicio esencial o un operador de Importancia vital, exige estándares incluso para pymes de dicho género.
- Lo que ocultas puede costarte tu propiedad intelectual: Para cumplir con transparencia y regulación, deberás explicar cómo funciona tu algoritmo a clientes e inversores. Sin contratos de confidencialidad, puedes perder tu ventaja competitiva o sufrir filtraciones.

- No todo lo que automatizas es legal: Usar IA para analizar CVs, otorgar créditos o segmentar perfiles de riesgo sin control humano puede vulnerar derechos fundamentales. La ley exige revisión humana y posibilidad de impugnación para decisiones críticas.
- La privacidad no es un trámite: Gestionar datos personales exige licitud: debes contar con consentimiento válido, finalidad informada, límites temporales y garantías de seguridad. No cumplir esto te expone a multas severas, aplicadas por la nueva Agencia de Protección de Datos, quién también fiscalizará aleatoriamente su cumplimiento.

- El impacto laboral no es colateral: Automatizar sin plan de transición o reconversión puede generar crisis internas, pérdida de talento, eficiencia y resistencia cultural. La IA debe implementarse con inteligencia organizacional, no solo técnica.
- Reputación: el activo invisible más vulnerable: Un error de IA (alucinación, sesgo, lenguaje ofensivo, deepfake mal etiquetado) puede viralizarse y destruir tu credibilidad. En el entorno digital, la confianza se construye con prevención, no con excusas.
Desde mi punto de vista la implementación de IA debe ir acompañada de estándares jurídicos, regulatorios y éticos si se quiere construir confianza y sostenibilidad.
Así desde este estudio invitamos a todo el ecosistema emprendedor a anticiparse al nuevo escenario normativo, entendiendo que prevenir hoy es proteger el futuro.
