Por María Paz Garcés, gerente de personas de ZerviZ.
A lo largo de la historia, las mujeres han hecho contribuciones significativas en el campo de la tecnología. Un ejemplo destacado es Ada Lovelace, una matemática inglesa del siglo XIX. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Lovelace fue la primera en reconocer que las máquinas podían tener aplicaciones más allá del cálculo puro, permitiendo la manipulación de símbolos. Publicó el primer algoritmo diseñado para ser ejecutado por una máquina, lo que la convierte en la primera programadora de computadoras. Sus apuntes se consideran la primera y más completa descripción de los ordenadores, según el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST).
Lovelace no solo fue pionera en la programación, sino que también predijo que las computadoras, aunque con potencial infinito, no serían verdaderamente inteligentes, limitadas por el diseño humano. Las mujeres juegan un papel crucial en la innovación, reconocidas por sus habilidades que impulsan el éxito de proyectos. Con el avance tecnológico, su inclusión es esencial y cada vez más demandada.
Por lo tanto, no basta solo con reclutar a más mujeres en las empresas; es aún más crucial retener su talento y valorar su trayectoria profesional. Sin embargo, las cifras demuestran que su participación en trabajos de tecnología y ciencias de la computación todavía no alcanza ni se aproxima a la de los hombres.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Latinoamérica, la representación de mujeres en la fuerza laboral formal del sector tecnológico es significativamente menor, con una participación del 52% en comparación con el 72% de los hombres. Además, la diferencia salarial entre ambos géneros en el área TI puede alcanzar el 40%, según el Banco Interamericano de Desarrollo. Por su parte, el Foro Económico Mundial estima que se necesitarían 135 años para cerrar la brecha de género a nivel global.
A medida que el campo sigue expandiéndose, es esencial igualar las condiciones laborales entre géneros, promoviendo la equidad salarial y las oportunidades de liderazgo. Integrar a más mujeres en áreas tecnológicas aporta perspectivas únicas y mejora la toma de decisiones, evitando sesgos y beneficiando a la sociedad en su conjunto. Esto maximiza el potencial humano y fortalece los equipos y la cultura organizacional.
En definitiva, la innovación y el progreso van de la mano con la diversidad. Al priorizar una multiplicidad de ideas, perspectivas y puntos de vista, ya sea de mujeres, hombres, talento joven o con años de experiencia, se obtiene una ventaja competitiva que marca la diferencia en el mundo empresarial. Esto se refleja en estrategias frescas y creativas que potencian las infinitas posibilidades que la tecnología ofrece.