La reciente publicación del Primer Informe de Electromovilidad del Transporte Público Metropolitano marca un hito en el camino hacia un futuro más limpio y equitativo.

No sólo cuantifica el impacto positivo de los más de 4.400 buses eléctricos que circularán en la capital para fines de 2025, sino que también confirma lo que muchos ya percibimos: la electromovilidad transforma las ciudades.
La reducción del 28% en las emisiones de CO₂ entre 2018 y 2023, el ahorro de más de 60 millones de litros de diésel y el 44% menos de ruido en ejes de alto flujo, como la Alameda, no son cifras menores. Son señales concretas de un cambio profundo que mejora la calidad de vida de millones de personas, especialmente en comunas que durante años estuvieron al margen en conectividad.

En el proceso hubo protagonistas y aliados estratégicos que propiciaron esta transformación. Los primeros buses BYD llegaron a Chile en 2017, en alianza público-privada, marcando el inicio de un proceso que ha posicionado a Santiago como la ciudad con la mayor flota de buses eléctricos fuera de China. Hoy, esa flota supera las 2.500 unidades, y se proyecta que para fines de 2025 el 68% de los buses de RED Movilidad serán eléctricos.
El informe también revela un dato clave: la ciudadanía reconoce y valora este cambio. Un 84% de las personas usuarias dice sentirse orgullosa del sistema, mientras que un 89% de los vecinos de electroterminales perciben que han traído innovación y modernidad a sus barrios. La electromovilidad no solo mejora la eficiencia del transporte: también mejora la percepción del entorno urbano, elevando los estándares de bienestar y calidad de vida de las personas.

Estos avances no son fruto del azar. Son el resultado de una política pública clara, de un modelo de financiamiento innovador y de la colaboración público-privada. No obstante, la tarea no está hecha, ya que estos datos deben ser vistos como un impulso para que este fenómeno llegue al resto del país.
La electromovilidad es una oportunidad para construir ciudades más justas y preparadas para los próximos desafíos climáticos y sociales. A más de siete años de la llegada de los primeros buses BYD eléctricos al Gran Santiago, Chile demuestra que es posible avanzar con decisión y planificación.

Los resultados están a la vista. Tenemos certeza que el camino es seguir apostando por soluciones de movilidad cero emisiones en el transporte público.
Desde nuestra vereda, contamos con la tecnología, el conocimiento y la experiencia, por lo que el desafío es acelerar esta transición generando nuevas alianzas público-privadas, y así cumplir el objetivo de que la electromovilidad sea una realidad en las diversas regiones de Chile.