Por Marcio Aguiar, director de la División NVIDIA Enterprise Latinoamérica
En la última década, la robótica ha dejado de ser una fantasía de ciencia ficción para convertirse en una herramienta tangible que transforma industrias, mejora la calidad de vida y redefine el concepto de trabajo. Desde la automatización en la manufactura hasta la asistencia en la atención médica, los avances en robótica están marcando un antes y un después en la historia de la tecnología.

Hoy, los robots ya no solo se encargan de tareas repetitivas o peligrosas. Están colaborando con seres humanos de forma intuitiva y eficiente en entornos cada vez más diversos. Por ejemplo, robots asistenciales apoyan a personas mayores en sus hogares, mientras que vehículos autónomos revolucionan el transporte de mercancías. Estos desarrollos son posibles gracias a la combinación de inteligencia artificial, visión computacional y plataformas como NVIDIA Jetson e Isaac, que ofrecen la capacidad de procesar datos en tiempo real, adaptarse al entorno y tomar decisiones inteligentes.
A nivel global, el crecimiento de la robótica es innegable. Según un informe de Research and Markets, se espera que el mercado mundial de robótica crezca de 78.400 millones de dólares en 2024 a 165.200 millones en 2029, con una tasa de crecimiento anual compuesta del 16,1% (fuente). Este auge se debe, en gran parte, a la expansión de los cobots (robots colaborativos), la automatización inteligente de procesos y el uso extendido de vehículos autónomos y drones en diversos sectores.

En América Latina, aunque el ritmo de adopción ha sido más gradual, países como México, Brasil y Chile ya están incorporando soluciones robóticas en áreas clave. En la industria automotriz, por ejemplo, la automatización ha mejorado la calidad de producción y reducido los tiempos operativos. Al mismo tiempo, programas educativos están impulsando la formación de talento local especializado en robótica e inteligencia artificial, sentando las bases para una transformación sostenida.
Por supuesto, este avance trae consigo retos importantes. La automatización despierta temores relacionados con la pérdida de empleos, pero la historia nos muestra que la tecnología también genera nuevas oportunidades. El verdadero desafío está en garantizar que la fuerza laboral esté capacitada para desempeñar roles en esta nueva economía. Invertir en formación técnica y en educación de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (Science, Technology, Engineering, and Mathematics por sus siglas en inglés STEM) será clave para democratizar los beneficios de esta revolución tecnológica.

En conclusión, la robótica ya no es una promesa del futuro: es una realidad que está moldeando el presente. Si sabemos adoptarla con visión, ética y compromiso social, será una herramienta invaluable para construir una sociedad más segura, productiva e inclusiva.