El pasado 15 de julio se conmemó el Día Mundial de las Habilidades de la Juventud, una fecha establecida en 2014 por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2014.

Y si bien puede se una efeméride que pase desapercibida, la razón para conmemorarla es clara: nos sirve como recordatorio de la necesidad de acortar la brecha entre lo que la industria necesita y la velocidad en que se puede formar y actualizar el currículum de cara a las nuevas generaciones que sostendrán el país en el futuro próximo.
Uno de los mayores desafíos para reducir esa distancia es avanzar en la inversión en Investigación y Desarrollo (I+D), pues suele considerarse un reflejo del futuro que se avecina en materia de desarrollo. En Chile, esa inversión llegó al 0,39 % del PIB en 2022, según datos del Ministerio de Ciencia y el INE. Es un avance respecto a años anteriores, considerando que fue de 0,36 % en 2021 y 0,34 % en 2020. Ahora, la meta es acercarse más al promedio OCDE, que ronda el 2,7%.
Si bien Chile ha hecho avances importantes en infraestructura digital, como el tener una de las velocidades de internet móvil más rápidas de América Latina, o el hecho de que cada vez hay más empresas incorporando automatización, sensores, controladores y análisis de datos, aún quedan desafíos por superar.
Por eso, en Siemens hemos asumido ese desafío de manera concreta. En Chile, mantenemos una alianza de más de 15 años con INACAP, que este año se formalizó tras la reciente firma de un acuerdo que apunta a mejorar la formación de estudiantes en tecnologías para la Industria 4.0. Esto implica actualización de mallas curriculares que quedan atrasadas rápidamente frente a los avances de la tecnología, vinculación con empresas, mentorías y uso de equipamiento real.
El objetivo es preparar a personas que puedan desenvolverse en entornos productivos reales, como lo harán al egresar de las aulas e integrarse al mercado laboral.

Chile tiene talento
Lo vemos todos los días en jóvenes que emprenden, se forman de manera autónoma o desarrollan soluciones para sus comunidades. Para que ese potencial se traduzca en impacto sostenible, es clave fomentar una colaboración multisectorial. Contar con una visión compartida que reconozca a la educación tecnológica como un verdadero motor de desarrollo resulta esencial. Desde Siemens, estamos impulsando esta transformación junto a INACAP.
Es una visión de largo plazo que impulsa la preparación de las nuevas generaciones para un futuro en constante evolución, atendiendo al mismo tiempo las demandas actuales.
